HOY: "LOS MAYORES"

 Se va un nuevo año.

Nada novedoso digo si el sentimiento es que ni lo percibimos. Un año pasó a ser un mes; un día, minutos.

Millones en el planeta nos vamos poniendo más viejos. El reloj biológico aunque no coincida con el mental y emocional, es irrefutable.

Tal vez por estar cerrando un año, comparto una reflexión que martilla la cabeza.

Hoy me ocupo de los “mayores”.

Recuerdo de mi querida Tía mayor.

Referente en mi vida.

Aunque particularmente éste día, no sea el más adecuado. Este domingo Argentina explota de norte a sur, de este a oeste. La Copa Mundial de Fútbol, gracias a una selección que demostró ser la mejor del mundo con Messi y otros no menos merecedores de destaque a la cabeza, llega a Sudamérica.

Es grato ver a nuestro país hermano vivir su pasión y alegría con tanto fervor.

Dejo que lo disfruten a pleno; continúo con lo que me he propuesto para esta entrega.

Antes de la llegada de la post modernidad, se hablaba de la tercera edad a partir de los sesenta años.

Vinieron nuevos tiempos. Las transformaciones se aceleraron y con ellas el progreso tecnológico. A partir de entonces la expectativa de vida se acrecentó. Ahora podemos estar hablando de hasta una cuarta o quinta edad…

Pero hoy a ese segmento poblacional lo encuadramos como adultos jóvenes, unos y adultos mayores quiénes les siguen.

El adulto joven-mayor cuenta con derechos y deberes como toda persona humana.

En algunos países éstos resultan vulnerables.

En los más avanzados pueden pasar sus últimos años de existencia con media o alta calidad de vida; según sea su nacionalidad y trayectoria de vida.

En América Latina, estas condiciones son tan diversas como poblaciones y aborígenes existen.

 Cambiar los enfoques constituye una necesidad imperiosa. La realidad nos convoca. 

El objetivo lo marca la realidad más visibilizada tras la Pandemia de Covid; con el incipiente peligro de reiteración tal como ya está sucediendo.

En un mundo tecnológico y a pesar de las crisis y sufrimiento humano; más aún, por eso mismo; el objetivo o foco deberá estar en cuidar al adulto mayor (no olvidarlo), mejorar su calidad de vida, derechos, libertad y seguridad.

Obvio decir que absolutamente todos somos merecedores de calidad de vida y de ser respetados en nuestros derechos. Cada segmento tiene su problemática. Ni hablar de niños con hambre, mujeres bajo violencia, poblaciones bajo la garra de la guerra... la lista es dolorosamente larga.

Sólo que ahora pongo el foco en los "viejitos" (dicho cariñosamente).

En estos tiempos de hiper información  (otro tema aparte) la información debe llegar a dicho target con temas de su interés. Al mismo tiempo es imprescindible escuchar, edificar e intercambiar experiencias y conocimientos.

La vida se prolonga.

Hoy vivir más de 100 años no es ficción.

Pero los sistemas no dan tregua.

Extienden también las exigencias y elevan el potencial rendimiento de la mano laboral o profesional. Para el sistema previsional los 60 años dieron paso a los 65 con la perspectiva de que en un futuro cercano el retiro sea a los 70.

El reloj del presente parece ser el rendimiento.

La incorporación y el cuidado de los mayores no debería ir en desmedro de su merecido descanso y disfrute de la vida.

Incluirlo sí como referente y persona con capacidad y experiencia para compartir, pero también no excederse en el requerimiento.

No se trata de excluir. Tampoco de abusar. En la media está el equilibrio para el desarrollo de convivencia. 

Estoy convencida que nuestros mayores estarían muy gratificados en encontrar más espacios donde sentirse útiles, pro activos, y dando a las jóvenes generaciones herramientas para cultivar valores como la  familia, la solidaridad, el compañerismo, la  comprensión y el valor de la vida.

En la actualidad, reconocer su importancia debería nacer desde la infancia y ampliarse a la educación curricular. 

Educar para respetar a nuestros mayores y generar espacios de encuentros intergeneracionales.

Se trata de que nuestros padres y abuelos sean más felices. Se trata de que no sean olvidados.

Escuchar sus voces, conocer sus necesidades, sus deseos; acompañarlos.

Al mismo tiempo, extender la concepción de que los adultos, no “son una carga”. 

El árbol más añejo es el que da mejor sombra.

“No cualquiera ralentiza su paso y se detiene. Así que cuando alguien toque su hombro con el tuyo, sonríe. No estás sol@.”

Fotografías propias.