Hice ruta durante hora y media. Contemplé paisaje.
Esta vez viajé hacia el Departamento de San José, cruzando la ciudad de Canelones.
Llegada al destino; la abundante naturaleza y el día soleado que reinaba jugó a favor de mi experiencia ante la visita familiar que cumplía por primera vez en un Centro de Salud Mental.
Hecho impensable durante décadas porque desconocía que allí vivía un familiar cercano.
La primera vez que visité ese Centro (hoy CEREMOS; Centro de Rehabilitación Médico Ocupacional y Sicosocial) lo hice a título profesional en 1971; confieso que fue muy impactante. Las condiciones eran otras. Actualmente merece destacar el acondicionamiento urbano, la planificación y atención profesional de este servicio público.
Ha sido tan potente esta vivencia que necesité volcarla, canalizarla a través de la escritura, como una experiencia humana de valor y dignidad.
Lo que en el pasado no se ponderó; esa criatura nacida libremente en los años 20, arrancada de los brazos de su madre por mandamiento social de una época y reglas de costumbres inquebrantables; una vez en conocimiento de su existencia cuando la vejez ya nos viene ganando, mi corazón fue llamado por el tiempo y la genética. O simplemente por lo que mi moral, principios, amor al prójimo y respeto al ser humano me determinan.
Siempre se ha dicho que "los locos dicen la verdad". Y yo siempre me he preguntado desde un punto de vista filosófico, como también lo han hecho tantos otros, ¿Qué es lo normal y qué no? Pues, ingresando al referido Centro de no ser por lo que mis ojos observaban y me alertaban de la realidad, no sentía la sensación de estar en un lugar donde habitan los denominados peyorativamente "locos".
En el inicio del trayecto entre caminitos arbolados, que dirigen a los diferentes "pabellones" (no tomé fotos por respeto) respiraba hondo. Siempre me sentí serena, calma; aún en la incertidumbre de lo que viviría, de cómo resultaría mi primer encuentro con María. No era cualquier persona; no era cualquier paciente.
Hoy, es obvio comprender su cuadro: "Psicosis crónica con delirio".
Dada su historia personal, la posibilidad de contraer su trastorno mental podía ser previsible.
"El látigo del castigo parental" para evitar el supuesto "castigo social" de épocas pasadas, felizmente se ha ido limando; no siempre con autenticidad. La hipocresía hace lo suyo.
Aún subsisten anacronismos.
LA EXPERIENCIA: La amena conversación a base de recuerdos, verosímiles todos con la realidad del pasado, su dulzura al hablar a pesar de la dureza de su rostro, su sonrisa y sus gracias por haberla ido a visitar, hizo olvidarme que estaba en un Psiquiátrico. Sólo me lo recordó "Teresita" que vino con una poderosa carga de ansiedad a presentarse, tomarme de la mano para darme un beso y contarme que allí tenía sus amigos. A ella le ganaban los rastros de la enfermedad a pesar de sus jóvenes años; igualmente era posible el intercambio. ¡Sentí tanta piedad por esas personas!... Otras nos rodearon; venían como "curioseando"; tal vez sorprendidas/os de que hubiera una persona desconocida.
Cerca de dos horas y media duró el encuentro. Un abrazo y caricias marcaron la despedida, hasta la próxima visita. "-Nos seguimos hablando por teléfono"- me dijo María. Eso he venido haciendo desde que conocí su existencia, elaboré esa nueva realidad y la ubiqué físicamente, además de iniciar trámites para poder brindarle en los pocos o muchos años que nos quede, el calor humano y el corazón familiar que le negaron.
Aún en esta post modernidad, con el desarrollo del conocimiento e información, dependiendo de cada cultura, subsisten causalidades para generar enfermedades mentales a partir del abandono, bulling, violencia, maltrato, etc.
La pena de verificar la discapacidad invalidante de María, convertida por su enfermedad en una persona absolutamente dependiente, y al mismo tiempo la comprobación de que es posible conversar y disfrutar un momento con ella; me regresó la pregunta que siempre nos hacemos: ¿Quiénes están más locos º; los de adentro o los de afuera?
Vaya si al caminar o interactuar socialmente se puede experimentar esa "locura" o carencia de normalidad y equilibrio... Vaya si informándose acerca de la actualidad mundial no nos encontramos con hechos propios de la locura...
La “locura” o trastornos mentales constituye una de las enfermedades más crueles del ser humano. Y la más estigmatizada.
A lo largo de la vida; una de cada cuatro personas sufrirá de una enfermedad mental.
Los pacientes institucionalizados (a partir de la Ley de Salud Mental Nº 19.529, promulgada en 2017) se orientan a ser reinsertados en la sociedad siendo atendidos desde las diferentes disciplinas médicas-socio-educativas.
Dicha ley tiene por objeto garantizar el derecho a la protección de la salud mental de los habitantes residentes en el país, con una perspectiva de respeto a los derechos humanos de todas las personas y particularmente de aquellas personas usuarias de los servicios de salud mental en el marco del Sistema Nacional Integrado de Salud.
Mediante esta Ley se impulsa la desinstitucionalización de las personas con trastorno mental, mediante un proceso progresivo de cierre de estructuras asilares y monovalentes.
La importancia de ser se reafirma. El sentido de la vida se encuentra en las más disímiles vertientes. El "río continúa fluyendo" con la ley de causa y efecto, entre paradojas, contradicciones y preguntas.
Las respuestas aunque tarde, llegan. Se pueden mostrar de diferentes maneras. Lo importante sigue y seguirá siendo siempre el amor.
º El término "loco o locura" aquí mencionado no está utilizado en forma peyorativa sino como término usual en general. No es mi interpretación; lo utilizo desde la generalidad referencial.