Llegó marzo.
Aún en circunstancias inciertas el año vuela.
Añoramos muchas cosas. La principal, el libre encuentro con los seres queridos.
Un año casi de restricciones.
Habrá, pese a la aceleración con que se descubrieron vacunas contra este virus que nos cambió la vida, (vaya ironía; se denomina COVID. Por la falta de la A, casi es vida) que continuar con los protocolos sanitarios.
Marzo aquí en Sudamérica generalmente es un cálido mes. No nos sofoca el calor ni tampoco nos adormece el frío.
Hoy hubo en el este del Uruguay 28 grados de temperatura con 68% de humedad.
Raro. Indefinible.
Disfrute de la costa. Esperaba con ilusión este bonito mes. Todo es más calmo donde vivo. Por el contrario, las ciudades cobran mayor ritmo y vértigo. Comenzaron las clases en todos los niveles. Uruguay da puerta abierta a la presencialidad en las aulas. Niños y jóvenes felices. Hoy se han reencontrado con sus pares y regresan al aprendizaje. Es posible que ante un año de aislamiento y clases virtuales, valoren ahora mucho más la actividad estudiantil. También es posible, y bueno sería, que esta experiencia les encaminara a un mayor estímulo para el estudio mirando con perspectiva de su futuro. Estudiar, aprender, el desafío ante el complejo tiempo que les toca y en el cual no hay lugar para "la modorra".
Llegó marzo. Tercer mes del año.
Quise estar al aire libre. Me dediqué al relax. Miré el cielo.
Me gusta hacerlo. Su paleta es inigualable. Mirando ese celeste cielo, hoy poblado de nubes, me pregunté: Cuando podré volver a volar?; Cuándo podré nuevamente surcar cielo, montañas u océano para conocer rincones de este bello planeta.?
Miré el cielo. Imaginé ir volando entre aquellas nubes. Y haciéndolo recordé muy especialmente a tres amigas.
A Laura, Vivian y Lucia.
No es casualidad. Las tres llegaron a mi vida gracias a internet. Conocer a Laura y a Vivian significó cruzar montaña y océano entre las nubes del cielo que hoy me cautivó con sus colores y formas.
Lucia vino a mi mente porque ella misma ha contado que es una eterna viajera con liviana mochila. En eso nos parecemos.
Lo mío es una maleta pequeñita que pueda caber en la cabina del avión. Práctico y sobre todo sin largas esperas al arribo del destino.
Qué sea pronto!
Mientras seguimos volando con los sueños.
Hasta la próxima!
Esta entrada va dedicada a estas "tres almas".